El cerebro de Sánchez

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Pedro Sánchez, en un acto en Barcelona este sábado
Pedro Sánchez, en un acto en Barcelona este sábado Lorena Sopêna | EUROPAPRESS

05 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Ustedes se habrán percatado como yo de que hay gente que se para en medio de la acera para hablar e interrumpir el paso. No me refiero a dos amigos que se encuentran, sino a personas que caminan juntas y que cuando la conversación, porque el tema lo requiere, se intensifica, detienen el paso, estén donde estén, de manera que uno piensa que no son capaces de hacer ambas cosas a la vez: caminar y hablar. Eso mismo le debe estar ocurriendo a Pedro Sánchez con la reflexión. La gente normal siempre va pensando por la vida, que es un silencioso monólogo eterno. Cuando el pensamiento se aísla mucho de la acción, se llama pasmar. Ahora, la verdad, cada vez se pasma menos porque falta silencio y sobran luces y ruidos, palabras innecesarias que son como el sudor o los mocos que sueltan los futbolistas cuando la televisión les está enfocando en primer plano, y que el espectador recibe con repugnancia.

El ínclito y polémico presidente tenía que pensar una cosa y se cogió cinco días de vacaciones, se paró en medio de la calle durante cinco días para pensar. Yo esperaba que saliese de su retiro mental con un temazo como los que componía José Luis Perales (Y quién es él) o, ya puestos a pedir, con un poema como el de Gil de Biedma que todos aquellos de ustedes que ahora me leen deberían buscar de inmediato en Google, y que comienza: «Que la vida iba en serio/uno lo empieza a comprender más tarde». Seguro que, si el presidente lo lee, cesará de mirarse el ombligo —y dejará paso libre por la acera—.